Cristina ya no llama por teléfono a su madre cuando sale de trabajar. Para ello tendría que hablar en español en el transporte público y, desde el pasado 23 de junio, prefiere evitarlo. El mismo día en que un 52% de los votantes en Reino Unido decidió abandonar la Unión Europea, sufrió un incidente xenófobo en el autobús que coge cada día para volver a casa.
“Yo me senté en el asiento de al lado del conductor, como siempre, en la planta baja. Mi madre me llamó por teléfono y charlamos sobre cómo nos había ido el día”. Iba distraída cuando el frenazo le sobresaltó lo suficiente como para pensar que habían tenido un accidente. Pero no. “El conductor paró el bus y salió de la cabina para decirme chillando que si quería seguir hablando ‘en mi idioma de mierda’ me subiera a la planta de arriba”.
Nadie dijo nada. “Habría como unas doce personas, que no hablaron. Sentí mucha impotencia e indignación”. Cristina lo achaca “sin duda” al resultado del referéndum. “Hay un clima de tensión desde entonces, y a mí esto no me había pasado nunca antes en los dos años que llevo viviendo aquí en Londres”, comenta.
Horas antes, en otra punta de la capital británica, a Laura y a Elena también les habían gritado por la calle. “Un hombre nos dijo que por qué no hablábamos en inglés”, dice Elena, aún sorprendida.
La policía británica ha denunciado un incremento del 57% en los incidentes racistas durante los cuatro primeros días del anuncio de la victoria del Brexit. Este dato recopila únicamente aquellas denuncias que se registran en las comisarías o en una página web habilitada para recibirlas, pero el aumento también se aprecia en los testimonios que llegan a ONG.
En la organización TellMAMAUK aseguran tener constancia de 69 incidentes contra musulmanes solo en las 24 horas posteriores al resultado. “Sabemos que están relacionados con el voto del Brexit porque los agresores dicen cosas como ‘hemos votado para que te vayas”, asegura su director, Fiyaz Mughal.
Una semana después, varios restaurantes españoles y turcos amanecieron en el barrio londinense de Lewisham con los ventanales rotos a pedradas, mientras que la Asociación Social y Cultural Polaca de Hammersmith aparecía con varias pintadas xenófobas.
En Hudington, donde la comunidad polaca es amplia, los padres y niños de una escuela infantil vieron cómo la puerta del colegio sostenía un cartel que decía “no más parásitos polacos, dejad la Unión Europea”. En ese mismo barrio varios vecinos aseguraron haber recibido cartas en sus buzones con amenazas racistas.
“Que alguien me diga ahora que el Brexit no ha jugado ningún papel en el aumento del racismo”, decía Natalie Pitimson, una estudiante a quien una pareja increpó en la calle por llevar un bolso con inscripciones en hebreo, a plena luz del día y en un lugar concurrido. “Me dijeron que me volviera al ‘puto’ Israel con el resto de judíos”, cuenta con impotencia en Internet. De nuevo, nadie dijo nada.
Twitter para combatir el ‘racismo post-Brexit’
Twitter y Facebook se transformaron en altavoz para muchas de las víctimas, los botones de ‘reuit’ y ‘compartir’ en decibelios y los mensajes de denuncia y apoyo en una campaña de sensibilización y concienciación que empezó fruto de la rabia de Karissa, una joven que “no lograba comprender que esto estuviera pasando, y había que hacer algo”.
El día del referéndum, un hombre de mediana edad se acercó a ella y a su hermano para decirles que nunca serían “verdaderos británicos”. “Esto ocurrió en mitad de la calle, en un bar de estudiantes plagado de gente, y nos dijo a viva voz: ‘Cuando votamos irnos de la UE también votamos que os fuerais todos vosotros. No me importa si estás aquí para ser médica, abogada o lo que sea, simplemente lárgate y hazlo en tu país”.
Karissa tardó un día en abrir la cuenta de Twitter ‘ PostRefRacism’, que ya acumula más de 8.400 seguidores y un largo número de publicaciones que denuncian todo tipo de incidentes racistas ocurridos a raíz del resultado del Brexit. “Decidí crear un espacio para registrar todas estas agresiones, para combatir su cotidianeidad y motivar a la gente a denunciar”, explica la joven a eldiario.es.
Gente como Cristina, quien tampoco dudó en ir a la comisaría de su barrio la mañana después del incidente en el autobús. “Esa misma tarde vino la policía a mi casa a tomarme declaración. Los agentes fueron encantadores y comprensivos conmigo. Me alegré de denunciarlo. Es un comportamiento que no voy a consentir ni aquí, ni en ninguna parte del mundo. Ni contra mí, ni contra nadie”, asegura la española.