Custodiado por una colosal peña, este Pueblo Mágico de Querétaro es un verdadero refugio de tranquilidad, ideal para recargarse de energía.
Este pueblo de interesantes construcciones virreinales está asentado a los pies de uno de los peñones más llamativos del continente americano, con vasta vegetación entre las rocas. Todo está ligado a interesantes leyendas e historias que la gente cuenta, en un ambiente provinciano ideal para el descanso.
Conoce más
La Peña de Bernal es considerada el tercer monolito más grande del mundo, después del Peñón de Gibraltar en España y el Pan de Azúcar de Brasil. Se formó hace 65 millones de años en el período Jurásico cuando una chimenea volcánica mermó su energía y la lava del interior del volcán junto con los factores climatológicos formaron esta peña.
Lo típico
Existen talleres textiles de muchos años de antigüedad, donde hacen hermosos manteles y cobijas. También trabajan el ópalo, una piedra semipreciosa de la región. Algunas de las tiendas recomendadas para ir de compras son Productos Peñón y el Centro Artesanal La Aurora.
Peña de Bernal
La parte más vertical de la peña tiene un desnivel de poco más de 350 metros. En su pasado geológico, toda la roca que ahora es visible era lava que estaba dentro de un volcán y que no pudo salir. Con el paso del tiempo, el material blando que lo cubría se fue desintegrando, hasta quedar el monolito que hoy admiramos y que es ideal para subir por veredas, escalar a rappel e incluso para cargarse de energía solar como muchos hacen en el equinoccio de primavera. Además, durante el ascenso podrás contemplar estupendos panoramas.
Recorre el pueblo
El pueblo es encantador para recorrerlo a pie. Resulta pintoresco con sus calles adoquinadas, las casonas restauradas y sus agradables plazas: La Atarjea, con la Capilla de las Ánimas, y La Explanada, al pie del peñón. En las noches hay que observar el espectáculo de luces y música de las fuentes danzarinas.
Templos
No hay que perderse las construcciones religiosas. La principal es la Parroquia de San Sebastián Mártir, del siglo XVIII, con una fachada de estilo neoclásico y una cruz labrada en piedra frente a ella. Además, destacan las capillas de barrio de Las Ánimas y de la Santa Cruz, ambas coloniales; la segunda cobra vida cada 3 de mayo, durante su festividad.