¿Cada viaje que realizas es un caos? ¿Algo siempre tiene que salir mal, e incluso crees que el destino no está de tu lado? Deja eso de lado y aprende a planficar tu viaje para disfrutarlo al máximo. Aquí, diez clásicos descuidos que no pueden cometerse a la hora de organizar un viaje. Consejos útiles y estrategias para distraídos. Todos los trucos para sortear trampas y engaños. Consejos prácticos, aplicando sentido común y las rutinas indispensables para que nada salga mal.
1. Comprar pasajes o paquetes sin preguntar nada
Si no quiere empezar su viaje con el pie izquierdo, sepa a quién le está comprando. Valen las recomendaciones de los amigos y familiares, el nombre y la trayectoria de una empresa en el mercado, pero por sobre todo, que la agencia de viajes elegida esté registrada en el sector de turismo de tu país, y si existe una cámara de agencias de turismo y está inscripta, mucho mejor.
También otro elemento para confiar es la membresía IATA para agencias que trabajan directamente con las compañías aéreas. La agencia minorista es, en realidad, un intermediario entre los pasajeros y distintos prestadores de servicios (compañías aéreas, hoteles, agencias locales que ofrecen excursiones, empresas de traslados, etc). En el caso de las mayoristas, tienen responsabilidad como organizadoras. “Las agencias —dice Roza— trabajan con un contrato de viajes o ”Condiciones Generales” para que frente a un imprevisto en esa cadena siempre haya un responsable que dé una solución”.
Siéntase con derecho a preguntar todo lo que quiera: cómo es el hotel, a qué distancia está de los atractivos principales, servicios especiales para chicos, cómo son las excursiones ofrecidas, en qué vehículo se realiza el traslado, cómo es el vuelo o el viaje en ómnibus. No vaya a ser que el confortable hotel contratado esté a 30 kilómetros de la playa.
Dicen que “cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía”. El dicho viene a cuento de aquellos avisos que publicitan paquetes exageradamente baratos. “Desconfíe de las tarifas muy distintas de las del común denominador”. ¿Qué pasa si, pese a las precauciones, algo sale mal? Ante cualquier negación de un servicio pagado, exija por escrito el nombre de la persona que niega el servicio, el cargo y el horario en que se está haciendo el reclamo. Por un lado, debe dirigirse a la agencia y exigir los reintegros correspondientes a los servicios no prestados. Si la agencia no manifiesta interés en ofrecer una solución, hay otros ámbitos de reclamo.
2. Llevar encima todo el dinero en efectivo
Quizá la vista se le nuble y, en vez de disfrutar de la magnífica vista de Río de Janeiro desde el Corcovado, piense en los billetitos camuflados entre las ropas que dejó en el hotel. O, peor aún, que invierta todos los deseos en la Fontana di Trevi en Roma rogando “que no le saquen la plata” mientras palpa sus bolsillos.
Sepa que las billeteras abultadas y los dólares escondidos en las medias son historia. La tecnología financiera avanzó lo suficiente para brindarnos herramientas que, si bien nos colocan bajo el yugo del sistema bancario, también facilitan el viaje y dan seguridad. Las tarjetas de débito y crédito parecen ser siempre una buena opción. Por supuesto, si planea conocer pequeñas localidades perdidas en la inmensidad del paisaje, tenga la precaución de llevar algunos billetes en el bolsillo. Todavía hay muchos sitios que no se manejan con estos sistemas electrónicos. El sentido común suele ser un buen aliado: ni se le ocurra comprar dólares para viajar a Europa: lleve euros.
Los cheques de viajeros corren con varias ventajas: son personalizados, no vencen, están disponibles en dólares, euros y otras monedas, y —esto es lo más interesante—, en caso de pérdida o robo son reembolsables en menos de 24 horas. Se compran en los principales bancos y casas de cambio de la Argentina, pueden usarse directamente en negocios u hoteles de todo el mundo (como si fuera efectivo) o pueden canjearse nuevamente por billetes en bancos y casas de cambio. “La comisión que se cobra al adquirirlos suele ser del 1%”, dicen en American Express. A la hora de canjearlos, en las oficinas de American Express y sus asociados no se cobra ninguna comisión, mientras que hay otras entidades que sí lo hacen.
3. Desconocer los gastos médicos imprevistos
Antes de viajar, no contrate ningún programa de asistencia al viajero. Total ¿qué serán cientos de dólares desembolsados en una simple consulta odontológica cuando una muela molesta no le deje seguir disfrutando de sus vacaciones en Miami?.
Sépalo: las consultas médicas —y ni hablar de las internaciones— suelen costar fortunas en el exterior. Por eso, para cubrir los imprevistos, existen empresas en que se especializan en asistencia al viajero: Assist-Card, Travel Ace, Universal Assistance y Panamerican entre otras. Con algunas mínimas diferencias en los puntos de cobertura y en los topes de dinero, todas ellas contemplan atención médica y odontológica, asesoramiento legal y —fuera del país— indemnizaciones por equipaje.
Antes de viajar, el pasajero puede contratar una cobertura nacional, una regional (para países limítrofes, con pólizas en dólares) o una internacional (también en dólares).
También pueden contratarse paquetes VIP y Premium (con mayor cobertura) y paquetes especiales para practicar deportes extremos, pero son específicos y tienen otros costos. Los viajeros mayores de 70 años también tienen cobertura a un precio más elevado. La asistencia al viajero puede contratarse un día antes, pero lo ideal es hacerlo con 72 horas de anticipación. Hay agencias de viaje que la incluyen en sus paquetes. Pregunte.
Las tarjetas de crédito (como American Express, Visa y Mastercard) también ofrecen asistencia al viajero a sus socios, que se renueva anualmente.
4. Cargar más equipaje que en una mudanza
Para moverse por los aeropuertos, nada mejor que sentirse un ekeko. Con tres valijas llenas, cinco bolsos e incontables bolsitas con regalos colgando de manos, cuello y espalda, los traslados le depararán momentos inolvidables. Seguramente conocerá mucha gente, por las veces que tendrá que pedir ayuda para dar un paso. Sin embargo, la incomodidad no será el único beneficio: si se pasa con el peso del equipaje tendrá que pagar abultadas multas para despachar su equipaje. Veamos el límite de equipaje para despachar y para llevar en la cabina del avión varía de aerolínea en aerolínea. Algunas compañías aplican la política de máximo de piezas y otras, la de máximo de kilos. American Airlines y South African Airlines, por ejemplo, permiten despachar —sin pago adicional— hasta 2 valijas de 32 kilos cada una por pasajero (o 2 maletas de hasta 157 centímetros de diámetro cada una). American aplica la misma generosa política en todas las clases y tipos de viajero (Business y Primera; viajeros frecuentes), cosa que no ocurre en la mayoría de las aerolíneas, que dan privilegio a los pasajeros de las clases superiores.
¿Cuánto cuesta pasarse de la raya? En el caso de American, por el exceso en peso por valija, o por valija de más, se abona una multa de US$ 100. Así que si le sobran muchos kilos, le conviene despachar una valija más con 46 kilos (el máximo permitido, aún pagando exceso) y abonar solo US$ 100 por llevar 46 kg más. Aerolíneas Argentinas, en vuelos nacionales y a Sudamérica permite hasta 15 kg por pasajero de Económica y 30 kg en Business. Y cobra, por exceso, según la ruta: por kilo, desde $ 2 a $ 4,50 en Argentina. La misma compañía, en viajes a Europa permite hasta 20 kg en clase Económica, 30 kg en Ejecutiva y 40 kg en Primera. Y por el exceso cobra un porcentaje (1,5% por kilo) de la tarifa más alta de pasaje en Económica del tramo a volar. South African Airlines aplica la misma política de multas para exceso de equipaje que Aerolíneas: en un vuelo a Sudáfrica, esto equivale a US$ 20 por cada kilo adicional. Lufthansa permite, en clase Económica, hasta 20 kg por pasajero y en Business, 30 kg. En cuanto al equipaje de mano, según la compañía, se puede llevar entre 7 y 18 kilos. Olvídese de llevar tijera, cortaplumas, alicate o lima metálica en el equipaje de mano: son elementos prohibidos en la cabina y tendrá que despacharlos.
5. Subirse al primer taxi que se ofrezca a llevarlo
En el exterior, si quiere pagar una tarifa desmedida por un viaje en taxi, aborde cualquiera de los que paran en la puerta de los hoteles. Ahora, si busca emociones fuertes y situaciones de riesgo, tómese cualquier taxi de la calle a medianoche, en esa gran metrópoli a la que acaba de llegar por primera vez en su vida.
Aunque hay excepciones, en las grandes ciudades lo mejor para ahorrar dinero y disgustos —resignando comodidad, claro— es manejarse con el transporte público. Hay sitios y horas del día, como las 5 de la tarde en la ciudad de México, en el que el metro (con amplísimo recorrido) es la única opción razonable para desplazarse sin demorar horas. Ahora, quizás no sea buena idea tomar un bus en la peligrosa Johannesburgo. ¿Qué hacer, entonces? En primer lugar, asesorarse con los locales para averiguar qué transporte es más conveniente en términos de precio, seguridad y rapidez, dónde tomar los taxis, etc. Antes de tomar un taxi, pregúntele al conductor cuánto le va a salir el viaje. En general, en todos lados aprovechan el desconocimiento del extranjero para cobrar de más.
6. Llamar desde un hotel en el exterior cuesta un mínimo de 2 dólares
Las dos formas más rápidas de gastar mucho dinero sin salir de la habitación del hotel son: consumir compulsivamente los productos del frigobar (donde un agua puede costar lo que un buen escocés en el bar de la esquina) y… llamar por teléfono a casa desde la cama. Si tiene ganas de charlar largo y tendido y no le importa que sus dólares se esfumen en una tarde, entonces marque un número de su país desde la habitación. En el exterior, los hoteles cobran, como mínimo, 2 dólares el minuto. Por ejemplo, desde un hotel en Bahamas, decirle a la pareja “Hola, sí, llegué bien”, le puede costar 6 dólares. Sepa, entonces, que hay otras opciones.
Más económico que llamar desde el hotel es hacerlo a través de cualquier tarjeta telefónica prepaga que se venda en el destino (en quioscos, supermercados, negocios). Pero ojo: no compre la primera que vea, porque en muchos lugares hay tarjetas que rinden mucho más que otras. Asesórese con alguien del lugar.
Otra opción más segura y relativamente económica es comprar una tarjeta prepaga del país antes de salir de viaje. Otra posibilidad —un poco más cara que esta última, pero ideal cuando no se dispone de dinero en efectivo— es llamar a través de la tarjeta de crédito, que funciona como una tarjeta prepaga, pero es post-paga. Hay que llamar a un número de acceso (solicítelo a la empresa llamando al número gratuito que figura en el reverso de la tarjeta o en la página web de la empresa). Antes, el socio debe solicitar un telecódigo personal que se reconfirma a las 24 hs. Con estos dos números ya se puede hacer la llamada. Si es de teléfono público hay que poner una moneda que al final de la conversación será devuelta.
Ahora, por un par de dólares, si logra dar con un buen cibercafé con Internet de banda ancha, media hora frente a la computadora para chatear o enviar mensajes y fotos será suficiente para sentirse más cerca de casa, además de poder visitar e informarte de todo.
7. Ignorar cuáles documentos puede necesitar
Si quiere que sus soñadas vacaciones fracasen antes de comenzar, espere a llegar al mostrador de la aerolínea para caer en la cuenta de que su pasaporte está vencido. Llantos y pataleos no cambiarán la situación. Parece obvio, pero créalo, hay muchos casos al año. Tome nota. Para vuelos internacionales (no limítrofes) se necesita pasaporte vigente y, según requiera el país de destino, la visa correspondiente. Nunca está demás chequear los requisitos de inmigración de los países que planea visitar. Un llamado a la embajada podría ahorrarle inconvenientes futuros.
8. Lanzarse a la aventura sin medir riesgos
No es lo mismo hacer rafting en el Limay, el Atuel o en el Manso. Los tres ríos tienen diferentes grados de dificultad. Tampoco da igual una caminata por un bosque sombreado que el ascenso de un cerro de matas ralas. O puede suceder que siendo experto jinete contrate una cabalgata y acabe realizando un paseo con unos burros.
Antes de contratar una excursión de turismo aventura —sea de una hora o de 3 días— recomiendo preguntar: itinerario, medidas de seguridad adoptadas por la empresa, dificultades y cómo comportarse en caso de peligro, contraindicaciones por cuestiones de edad o salud, existencia de póliza de seguro, costos y acompañantes del grupo. Un periodista amigo contrató una excursión en las sierras de Córdoba y cuando pasaron a buscarlo comprendió que el traslado se haría en una chata destartalada y los pasajeros viajarían en la caja descubierta. Las normas de seguridad más modernas incluyen un aparato de comunicación, protocolo de actuación en caso de accidentes y el chequeo constantemente del parte meteorológico. El mayor problema es el vacío legal que hay en torno al turismo aventura.
9. Conducir en la ruta como si viajara solo
En cualquier quiosco podrá encontrar mapas necesarios para estudiar la ruta a seguir antes de abordar el auto. Evite pérdidas de tiempo y dinero por tomar rutas equivocadas o encontrarse con ripios impensados. ¿Hay que recordarle que conviene respetar las normas de tránsito? En su auto, tenga los papeles al día. En cualquier momento la policía podrá pedirle los papeles.
10. Desconocer los derechos de un viajero especial
Si está embarazada de 7 meses, llegue tarde al check in y no lleve certificado médico. Necesitará mucha suerte (un jefe de tripulación de vosta corta, por ejemplo) para poder subir al avión. Y una vez allí, probablemente le toque uno de los asientos del medio.
El tema de las embarazadas, finalmente depende del tamaño de la panza. Algunas aerolíneas dejan volar sólo hasta el séptimo mes de gestación (como South African Airlines), pero si está de 5 meses y parece de 8 ¿cómo comprobarlo? Otras —como American Airlines y Aerolíneas Argentinas— dejan volar hasta una semana antes del parto, pero a partir del séptimo mes exigen certificado médico en el que el obstetra indique que la paciente se haya en condiciones de viajar. En todas las aerolíneas, la primera fila de Económica (con más lugar para las piernas) se bloquea hasta 4 horas antes del vuelo, con el fin de reservarlas para embarazadas y para quienes viajen con niños de hasta 2 años (al hacer el check in, pida una cuna). Entonces: llegue temprano al aeropuerto y exija el asiento en el que usted tiene prioridad.
En cuanto a las comidas especiales, averigüe si en la aerolínea y la ruta que volará existe el menú que se ajusta a su dieta. Las grandes compañías, en los viajes internacionales, ofrecen una amplia variedad de comidas (para celíacos, vegetarianos, diabéticos, bajas calorías, etc). Eso sí, reserve su menú al menos 24 horas antes. Atención ancianos y discapacitados: varias líneas aéreas ofrecen asistentes en los aeropuertos.